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Cuando entras a la pista de pádel, hay días en los que tus sensaciones son tan malas que, hagas lo que hagas, no estás cómodo y no te sale nada y, en cambio, hay otros días en los que parece que te sale absolutamente todo, tanto es así que te entran ganas de comprar lotería porque seguro que te toca.

Todos conocemos la teoría, o deberíamos saberla, para superar esos días en los que las cosas no nos salen como queremos, pero la práctica es siempre más complicada y acabamos dejándonos llevar por las sensaciones que tenemos en cada momento.

¿Paquete o pro?

Hay días simplemente que parece que no hayas cogido una pala en tu vida, otros en los que no te encuentras cómodo por las condiciones de la pista. También están esos días en los que parece que la pala te esté boicoteando y tú, cansado de que no de una, agachas la mirada y le dices “Tú verás lo que haces, sé dónde vives”.

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Y es que, cuando las sensaciones no son buenas, comienza a hacerse una bola imposible de digerir y, lo que empieza mal, acaba peor. Sí, consejos para superar esas situaciones se pueden dar “a cascoporro” pero durante el partido es mucho más complicado recuperar sensaciones porque, la única forma de cambiar esas malas sensaciones por unas buenas, al final, es que la pelotita pase y hagas puntos.

Otros días, por contra, metes dos o tres bolas nada más comenzar el partido, te empiezas a crecer y encadenas puntazo tras puntazo y… luego te despiertas. ¡No! Hay días que empiezas bien, con buenas sensaciones y te sale todo. La bola da en la cinta y pasa, te salen los remates, le das con el canto y te sale un puntazo… ¡estás on fire! Juegas cómodo, alegre y con lo que sería la clave en estas situaciones, juegas con confianza.

Cuando las sensaciones son buenas y te salen las cosas, juegas con más confianza en tu juego, te atreves a apretar un poco más a la bola, buscas ese golpe “más complicado” que dominas pero que si no estás con confianza no te atreves.

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Hay días en los que si las sensaciones no son buenas, juegas un poco más conservador porque te falta confianza en tus golpes. Fallas un par de golpes y se te encoge el brazo, no tienes confianza en tu juego, te hundes y ya te cuesta mucho cambiar la dinámica. Días que, por sensaciones, parece que no hayas cogido una pala en tu vida y días en los que parece que no te ganaría ni Bela.

Saber adaptarse a las condiciones de la pista, jugar con material cómodo, compenetrarse con el compañero y tener confianza en el juego de uno mismo son claves importantes para poder cambiar las sensaciones. Claro, esto es muy fácil de decir pero, en la pista, en los malos momentos, por mucho que te anime tu compañero, lo ves todo negro y solo piensas en acabar e irte a casa y, en los buenos momentos, que ojalá el partido no acabara nunca. Cuestión de sensaciones.

Sobre el material de pádel, en muchas ocasiones ves gente que, cuando van mal las cosas, echa la culpa a la pala y, si tiene otra, va y la cambia. Bien, de normal sirve de poco, salvo que estuviera jugando con una pala muy exigente o con la que no juegue cómodo. Ya sabes, elige siempre una pala que se adapte a tu juego y con la que juegues cómodo, o no tendrás buenas sensaciones con ella.

Puede que por tu modo de juego necesites una pala exigente, pues, en ese caso, sí que podrías llevar una pala facilona, que te de un plus en cuanto a pasar bola, para esos días en los que tengas malas sensaciones en pista. Pero, cambiar por cambiar, de normal es tontería porque, el problema no está ni en la pala, ni en los focos, ni en tu compañero… está solo en tu cabeza.

Unos días pro y otros un auténtico paquete, lo que puede hacer la confianza.

*Foto de World Padel Tour

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