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Hace un tiempo hablábamos sobre si el pádel era un deporte más lesivo que otros, un tema donde entraba un factor muy importante como es la preparación física. Pero, más allá de estar en forma, en la pista de pádel pueden ocurrir “accidentes” que nos dejen K.O.. Y es que, ¿Quién dijo que el pádel no era un deporte de riesgo?

Pista en malas condiciones

En una pista de pádel puede pasar casi de todo cuando, por ejemplo, una pista no tiene el mantenimiento adecuado y nos jugamos el físico durante el partido. Suelo agrietado, lleno de baches, la junta con la pared dejando un hueco donde se te puede enganchar el pie (me ha pasado), pista ya demasiado dura que pide a gritos un cambio…

También puedes acabar tocado si la pista resbala demasiado debido a un exceso de arena o, por contra, no tiene sal y te quedas clavado.

Hay que ir con mucho cuidado con este tipo de superficies, e ir con un buen calzado, y no sólo porque puedas acabar estampándote contra una de las paredes, los que acaban sufriendo son tus rodillas y tobillos. Lo repetimos mucho, pero es que es fundamental un buen mantenimiento de las pistas para evitar lesiones.

Medir mal con las paredes

Como hemos dicho antes existe otro riesgo, y son las paredes. Imagina que juntas una pista que resbala mucho con una bola a la que vas apurado y ronda cerca de una de las paredes… ¿Quién no ha ido a por una bola y ha acabado empotrado contra el cristal?  ¡Pum! Pared que te comes.

Si es de cristal aún duele menos pero, ¿y si te estampas contra una de muro? ¡Dolor! Pero con algunas de cristal también da miedo, ves como se mueven y piensas “se rompe y se me cae encima”.

Algunas veces estamos tan concentrados mirando a la bola que no vemos donde pisamos, si, y acabas apoyando el pie en la zona donde se junta el cristal con el suelo y ale, ¡esguince! Por si alguien piensa que esto no pasa, aquí uno que se hizo un esguince así.

Airball

Otro riesgo que duele doble es al ir a rematar y, o no le das a la bola, o le das tan mal que te dejas el brazo por el camino. Fallas y te rompes, ¿qué más puede pasar?

Foto de World Padel Tour - Los riesgos del pádel

La pala me odia

Otro riesgo, como no, es la pala. Bien por una mala elección que nos termina pasando factura en el codo o en el hombro, bien porque tu compañero o rival la use como arma arrojadiza, o bien porque te pase como a mi y te des de vez en cuando con tu propia pala.

En alguna ocasión hemos visto como algún jugador profesional al rematar ha soltado la pala, con tan mala suerte de que se le rompiese la cuerda de seguridad, y esta ha salido volando pudiendo golpear al rival. También que vayan dos jugadores y mientras uno le da a la bola, su compañero le acabe dando sin querer (o no…) a él con la pala o, lo que es peor, ¡le de en la pala!

Pero, ¿y cuándo nos damos nosotros mismos con la pala? A mi me pasa mucho, sobretodo últimamente, con las bajadas de pared que al terminar el gesto acabo dándome con el canto de la pala en la rodilla. Es muy doloroso y te deja con la rodilla magullada durante una buena temporada, tanto es así que estoy pensando probar a coger la pala con la zurda para compensar los golpes en las rodillas, que mi rodilla izquierda ya no da para más. Parece que tenga un imán de palas en las rodillas. ¿ A alguien más le pasa esto o sólo me pasa a mi por torpe?

Nadie se libra de los pelotazos

El tema de los pelotazos todos lo tenemos asumido. Cuando entras en la pista sabes que es muy probable que te lleves un tatuaje nuevo para casa, ya sea accidental o no (que los hay muy gratuitos). Pero siempre hay algunos más dolorosos, como por ejemplo un pelotazo en el ojo.

También puede ser un pelotazo entre compañeros. Uno deja pasar la bola y se queda en el sitio, el otro va de guay y trata de hacer un remate en suspensión… y le da a su compañero en la espalda (si se hubiera agachado más no le hubiera dado).

Cuando entras en la pista de pádel tienes que estar atento a cualquier cosa, ¡nunca sabes por dónde va a venir el peligro!

*Fotos de World Padel Tour

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