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Hoy compartimos este artículo que no tiene desperdicio de uno de los mejores coach del mundo de pádel, Martín Echegaray, en el que tira de ironía para hablar de los tópicos sobre el pádel que se suelen decir desde el desconocimiento.

¿Vas a empezar a jugar al pádel? ¿En serio?

Si te gusta el pádel, como diría McEnroe, «you can’t be serious!». Es un cuasi-deporte en el que cuatro aspirantes a deportistas con sobrepeso, ibuprofenados, con intenso olor a crema muscular, rodilleras y/o coderas, se ponen a darle a la bola hacia arriba tirando globos hasta que se aburren y terminan en el bar. Una modalidad frankenstein híbrida entre el tenis y algunas otras actividades de dudosa calidad, que ni siquiera es olímpica, tiene poca historia y encima está demostrando que es masivamente practicada por mujeres. Por favor, no me hagas reír que se me aflojan los puntos, diría la criatura (de Frankenstein).

El padelista normal es un sedentario vitalicio que al no haber hecho nunca deporte, salvo la meada a distancia, entra al campo y se desenvuelve como si su cuerpo lo controlara alguien desde fuera con un joystick. El padelista, además, se cree hábil en la primera doble pared que resuelve, algo que puede suceder incluso en el segundo o tercer partido. Ahí se agranda e inmediatamente intenta resolver una jugada de contra-pared y se rompe la cabeza con la pala o se calza el rebote de la bola en la frente. O se hace el pro en la red y revienta la bola con un remate con el que también se revienta la espinilla con la pala por no coordinar bien la terminación del golpe. Y encima el rival se la gana. No porque el rival haya perseguido la bola, algo impensado para gente que usa el cuerpo sólo como envase del cerebro, sino porque la bola después de rebotar dos veces no sé dónde, le volvió al centro de su pala. De puro culo. Y al final de esta seguidilla de desastres todos se ríen. Pero, ¡¿de qué se ríen?! Cuando yo jugaba al tenis, por ejemplo, no eras hábil, lo que se dice hábil, hasta que no habías hecho una buena willy sin aplastarte un testículo (que es lo que yo tengo; en el caso de las chicas el problema podía ser mas grave,… o no).

No es serio tampoco, por ejemplo, que este intento de deporte en algunos lados sea controlado por una federación específica de pádel y en otros por la federación de tenis. ¡Pónganse de acuerdo muchachos! ¿O me van a decir que el futuro del pádel es tan prometedor que incluso ha despertado el interés de organizaciones más allá del jueguito este de las paredes? Por favor, otra vez.

Otro despropósito: la raqueta. Ni sus practicantes se ponen de acuerdo en el nombre: raqueta, pala, paleta. Debería venderse en jugueterías y no en tiendas deportivas. Al impactar la bola, la distancia a la mano es tan poca que casi podemos golpearnos los dedos. Algunos técnicos dicen que eso es una ventaja porque hace que el aficionado tenga mayores probabilidades de éxito al darle a la bola. Claro, un deporte de bajo nivel. No me caben dudas de que cualquier pareja de tenistas profesionales, con una pala en la mano, serían capaces de meterse en una pista de pádel y ganarle fácilmente a los padelistas top del momento.

Escuché por ahí que muchos ex-deportistas de otras disciplinas están locos por el pádel. Será por los golpes que se han dado en la cabeza practicando sus deportes anteriores. ¿Qué van a buscar a esa jaula de 20 por 10 metros? ¿Diversión? Además, no es un deporte individual ni es un deporte de equipos. En el primer caso al menos se podría utilizar para promover y entrenar los valores innegables que tiene el individualismo en nuestra sociedad hoy en día, una fuente de innumerables virtudes que nuestros hijos aprecian, por ejemplo, mirando vídeos en redes sociales y emulando a los youtubers y tiktokers. Y al no ser un deporte de equipos queda descartado también como promotor de valores esenciales que se manifiestan en todos los órdenes de la vida: reuniones familiares, comunidades de vecinos, gobiernos de coalición, etcétera. Fíjense que al ser un juego de parejas podría asimilarse al matrimonio como un equipo integrado por dos que debería funcionar a la perfección para conseguir los mejores resultados… a lo largo del tiempo… con paciencia e ilusión. Mejor no profundizar, ¿no?

Como si todo esto fuera poco, es un deporte latino. Sí, latino. Inventado en México y que enloqueció después a argentinos y a españoles. O sea, tercermundista. Cero glamour, sin etiqueta y con expresiones como bandeja, chiquita, viborita. ¿Se imaginan a un Englishman diciendo “did you like my chiquita?” o “I’ll show you my viborita!”? Yo no.

Y no hablemos de las edades promedio. ¿Juegan más adultos que niños? A ver, ¿dónde se ha visto eso? Lo único que falta es que el patrocinador principal sea una cerveza. ¿Pádel?, no me jodas. God DAMM it!

ME

*Foto de World Padel Tour

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