En muchas ocasiones nos obcecamos en jugar más rápido e imprimirle más velocidad en nuestros golpes. En ciertas situaciones está bien hacerlo, pero no siempre. En el pádel debemos entender que habrá momentos en un partido en el que tendremos que subir el ritmo y en otros bajarlo.
¿Qué ritmo imprimirle a nuestro juego?
Lo idea, cómo no, es imponer nuestro juego en un partido. Ahí es donde realmente nos sentimos cómodos y donde podemos marcar la diferencia con el rival.
Si nuestro juego consiste en dominar la red e imponer un ritmo alto y funciona, ¡perfecto! Sigamos con ello mientras controlemos el partido.
Pero no siempre nos va a funcionar. En ciertos partidos o, incluso, en ciertos momentos de un partido, por las condiciones de la pista o por el juego del rival, puede que nuestro juego no sea efectivo y debamos buscar un cambio.
Por ejemplo, el rival nos quita la red y nos mete en el fondo de pista. Tenemos que cambiar el chip, porque en ese intercambio estamos saliendo derrotados y nos han quitado la iniciativa. En esa situación es posible que un ritmo más bajo nos sea más adecuado, por lo menos para sacar al rival de la red sin hacer el kamikaze. Siempre nos vamos a encontrar una pareja que en nuestro estilo de juego sea mejor, así que debemos hacer algo diferente para contrarrestarlos.
De la misma forma que encontramos rivales mejores, podemos encontrarnos pistas que no favorecen para nada nuestro tipo de juego. Seguro que te ha pasado alguna vez con una pista que es muy lenta y el rival, tu compañero o incluso tú mismo te empeñas en imprimir un ritmo alto y te vendes una y otra vez. Quieres traerte la pelota a tu campo y le pegas, pero la moqueta frena la pelota y queda en bandeja para un contraataque del rival.
Hay muchos factores que influyen a la hora de subir o bajar el ritmo en el partido. Si lo que estás haciendo funciona, sigue con ello, por supuesto. Si un ritmo alto te está funcionando, no lo bajes, porque le puedes dar la oportunidad al rival de entrar en el partido.
Cuando las cosas no van bien, piensa, este ritmo, ¿me beneficia o me perjudica? En algunas situaciones puede ser que simplemente no estés acertado en el golpeo. Estás fallando más de lo normal y solo necesitas que te entren un par de bolas para entonarte. En otras situaciones puede que no estés interpretando bien el tipo de juego que requiere ese partido. “La pista es muy rápida y no estoy haciéndole ni cosquillas al rival”, “me juega solo globos y me precipito en mi juego”, “su ritmo es muy alto y no lo puedo igualar”… cada partido es un mundo y debemos adaptarnos a cada situación de la mejor forma posible.
¿Cómo cambiar el ritmo de juego?
Habrá partidos en los que el rival sea peor que nosotros o el ritmo sea tan bajo que nos contagiemos y caigamos en ese juego. Nos quedamos muy parados en la pista, la velocidad de bola es muy baja y empecemos a fallar como una escopeta de feria porque no tenemos ritmo.
En esas situaciones vamos a tener que subir el ritmo. Lo primero para mover al rival. Es posible que se encuentre muy cómodo en el fondo de la pista. Hay que hacer que se mueva para que llegue forzado y empiece a cometer fallos.
Tenemos que diferenciar subir el ritmo de nuestro juego con jugárnosla. Una cosa es subir la intensidad y apretar más con nuestros golpes y la otra es pegarle hasta desde el fondo de pista.
Hay que apretar más, pero con cabeza. No estoy hablando ni de arriesgar, solo apretar más. ¿Y cómo lo hago? Con los golpes que mejor se me den. Si el remate no se me da bien, no voy a ir rematando todo lo que me venga, pues quizá tendré que buscar que mi bandeja haga más daño, por ejemplo.
En otras situaciones en las que el rival nos está pasando como aviones, o la pista sea muy lenta, tendremos que bajar el ritmo el partido para quitarnos esa presión de encima.
Por ejemplo, en vez de buscar que la pelota nos corra, busquemos la profundidad en el golpe. Si estamos en la red, que nuestra volea llegue a tocar en el cristal, pero que no salga con mucho rebote, sino que toque y se quede muerta, así mantendremos al rival en el fondo y le costará devolver la pelota.
Si estamos en el fondo de la pista, juguemos con calma. No nos precipitemos devolviendo la pelota casi antes de que bote. Sin prisas, dejemos que la pelota entre y rebote en la pared. Juguemos con las paredes. Juguemos con calma, preparemos el golpe tras rebote en la pared, que nos quede más cómoda y busquemos un globo profundo para sacar al rival de la red, o una chiquita. Bolas con las que no nos puedan atacar y les podamos quitar la iniciativa.
Cuanta más prisa tenga el rival por cerrar el punto más pausa le imprimiremos nosotros al juego, así le pasamos la presión al rival, que acabará jugándosela, con muchas probabilidades de fallar.
*Foto de World Padel Tour