Es probable que con un título de este calibre deambulen por vuestra cabeza nombres de personas o parejas concretas, y sí, éste era mi objetivo, al menos en parte.
Cada partido de pádel es un mundo, incluso jugando con las mismas personas (hablando siempre de niveles parecidos) pueden darse partidos completamente distintos, y pese a que todos tenemos el objetivo de ganar en mente, no siempre lo deseamos con la misma intensidad en pista. Como amateur, es raro acumular 5 partidos consecutivos de los denominados “muy buenos” incluso espectaculares, pues siempre habrá alguno en el que no se jugará según las expectativas.
Hay otro tipo de partidos, sin embargo, que parecen “deja vus”, como si transcurrieran según un guión pre establecido. Hablamos de aquellos en los que parece imposible alterar el orden de las cosas por mucho que uno haga para intentar cambiarlas. Pero… ¡Cómo es posible si tenemos el mismo nivel!
Pensaba que nunca llegaría a hacer esto, pero voy a intentar explicarlo volviendo atrás en el tiempo para recordar aquellas clases de filosofía de 3º de BUP, en las que nos explicaban los silogismos, es decir razonamientos deductivos compuestos de varias premisas y una conclusión.
Supongamos que hacemos un torneo triangular en el que tenemos que enfrentarnos repetidas veces entre nosotros. Por lo tanto seremos 3 parejas (A, B y C) y nosotros nos pedimos ser la pareja A
1º partido: Ganamos fácil al equipo B. Por lo tanto A gana a B.
2º partido: El equipo B gana fácil a C.
Según lo aprendido en la lógica de filosofía es que si A gana fácil a B, y B gana fácil a C, por lo tanto A debe ganar fácil a C. Pero ahí viene el problema.
3º partido: C gana fácil a A, es decir, a nosotros.
Como ocurre en casi todos los deportes no siempre impera la lógica. Hay muchos factores externos que pueden alterar ese orden lógico de las cosas. Se ve mucho en el fútbol cuando vemos que ciertos equipos muy superiores pinchan siempre en el mismo estadio de “equipo supuestamente pequeño”. Llámese confianza, presión ambiental, estado psicológico.
Quiero decir con todo ello que todos tenemos una “bestia negra” en el pádel, es decir, un rival al que sin saber muy bien por qué, no podemos ganarle pese a tener un nivel muy parecido al nuestro. Quizá su forma de jugar, nuestra cabeza que lo hace más grande de lo que en realidad es, la desesperación que juega en nuestra contra…
La mentalidad puede llegar a ser nuestra gran aliada para combatir este tipo de rivales. Si lejos de venirnos abajo, perseveramos, deseamos la victoria mostrando una gran intensidad en la pista, llegará un día en que la dichosa bestia negra seremos nosotros, pero mientras tanto tocará llorar un poquito de rabia mientras vemos como nos humillan partido tras partido.
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