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Hoy compartimos este artículo que no tiene desperdicio de uno de los mejores coach del mundo de pádel, Martín Echegaray, en el que habla sobre el pádel profesional y su nuevo escenario.

El rey Midas del pádel

Cuenta la leyenda que el rey Midas convertía en oro todo lo que entraba en contacto con su cuerpo y que de hecho esa fue su perdición al no poder comer ni beber aquello que tocaba. A pesar de esta moraleja sobre la codicia habitualmente nos referimos al rey Midas de cualquier ámbito como a aquel que es sinónimo de riqueza y, por lo tanto, de poder en ese campo determinado. Llevado esto al pádel, ¿quién sería el rey Midas del pádel? ¿Quién multiplica el valor de lo que toca? Yo creo que lo conozco.

Estamos viviendo en el pádel profesional -otra vez- unos momentos bastante inestables, por definirlos de algún modo. Y lo que vendrá. Se supone que todos deberíamos invocar eso de remar en el mismo sentido, de apartar las diferencias, de velar por que el pádel crezca, y toda esa sarta de bobadas que no reflejan ni reflejarán nunca la realidad. ¿Por qué acaso esa armonía nunca ha sucedido y siempre ha habido problemas para coordinar planes, ambiciones, objetivos? Porque detrás de todo eso hay seres humanos. “Los dirigentes de pádel siempre buscan su propio beneficio en lugar del beneficio del pádel”. Estupideces que dicen aquellos que generalizan y que harían exactamente lo mismo si estuvieran en el lugar de sus criticados. Hay gente válida, claro que sí, aunque nadie es infalible. Hay dirigentes para todos los gustos, precisamente porque son seres humanos, con todo lo malo y lo bueno que eso significa. Igual que los políticos, habitualmente criticados por quienes en su día a día demuestran que si tuviesen la más mínima oportunidad de ocupar un cargo simplemente batirían récords de inmoralidad. En mi opinión, lo malo no es que un dirigente o un empresario del pádel no tenga escrúpulos, porque más tarde o más temprano tendrá que sentarse a negociar con alguien similar, pero con intereses opuestos, y algo equilibrado saldrá. No, el problema es que sea un inútil y que por lo tanto no tenga lo mínimo indispensable para ocuparse del desarrollo de nuestro deporte. Claro que si además de inútil es inmoral, la cosa se complica.

El World Padel Tour está hoy ante una encrucijada muy interesante. Terminal más que interesante, dirían algunos. Para mí el WPT ha logrado, sin dudas a pesar de las críticas, convertir al pádel profesional en un producto deseado, mediático, espectacular, masivo. Al hilo del mito de Midas alguno podría decir que convirtió el pádel en oro y que precisamente esa fue su perdición, porque ese brillo atrajo a otros reyes a quienes el WPT no supo anticipar, con los que no supo compartir ese tesoro, o que simplemente buscan ahora, con el pádel en estado de gracia, ocupar su lugar monopólico. Ya veremos.

Muchos dicen del WPT que no han sido sólo ellos los responsables de tales logros. Comparto. La realidad siempre es compleja, y no se debería simplificar para que los fanáticos cierren su mente y ovacionen a unos o a otros. Pero el WPT ha marcado un antes y un después objetivamente indiscutible. Dicen también que se han valido del monopolio concedido por los propios jugadores, «en contra de su voluntad» como afirman los detractores. Seguro que no fue a punta de pistola, ¿no? Aunque tal vez sí a base de talonario. Pero «calavera no chilla», como decían en mi barrio. ¿Ha sido el WPT el rey Midas del pádel? En general, las marcas vendieron más, los jugadores ganaron más y lograron más patrocinios, se vendieron más pistas, más pelotas, etc. ¿Esto fue porque la mano del WPT tocó el mercado del pádel?

Los jugadores por su lado y las jugadoras por el suyo se organizaron en su enésimo intento de asociación. Nunca debieron abandonar esa idea, tuviese la forma que tuviese. No solo porque sirve para negociar unos convenios cada equis años, sino porque podría haber servido para muchas cosas más, de manera constante. En el caso de los chicos, así fue durante el boom del pádel profesional en Argentina, hace más de 30 años. «Los jugadores son los principales protagonistas», «sin los jugadores no habría circuito», «los jugadores deben controlar el circuito», son frases que siempre se empiezan a repetir justo cuando se aproximan las fechas de renovación o cuando aparecen ofertas nuevas. Para mí son verdades a medias y como tales hay que tomarlas con pinzas. Un circuito deportivo profesional coherente requiere muchos actores además de los jugadores y jugadoras. Los organizadores, los patrocinadores, las marcas, las instituciones deportivas, las sedes. Claro que alguien puede decir que, salvo los jugadores, todas las demás partes son reemplazables. Bueno, salvo que comiencen a aparecer más fuentes de las cuales surjan más y más padelistas de buen nivel. No lo olvidemos, comúnmente se llama «desarrollo» en la jerga deportiva, y llegará. Pero, ¿son entonces los jugadores el rey Midas del pádel? ¿Fueron ellos los que con sus jugadas provocaron la erupción dorada del pádel?

Varios actores nuevos, o no tanto, aparecieron en el escenario del pádel profesional en los últimos tiempos y buscaron —¿seguirán todos ellos buscándolo?— un lugar como gestores del circuito. Uno de ellos ha irrumpido con mucha fuerza y de la mano de la Federación Internacional. ¿Será nuestro rey Midas definitivo el poderoso catarí con su empresa QSI?¿O lo será la FIP, o su presidente?

Otros pensarán que el rey Midas del pádel no ha llegado porque todavía el pádel no ha impactado con fuerza en Asia, y especialmente en China donde sí se fabrican ya muchas palas. Tal vez cuando allí se juegue masivamente, otros números se manejarán y otros reyes aspirarán a controlar nuestro deporte. O quizás estemos esperando a un rey Midas estadounidense, porque siempre se dice de ellos que sí saben promocionar, gestionar y dominar un deporte si lo hacen suyo.

En mi humilde opinión, ya existe un rey Midas del pádel. Es arrollador, no se detiene y además se rio, se ríe y se seguirá riendo de aquellos que intenten imitarlo o someterlo. Los destruirá y les demostrará que nadie puede con él. Tiene paciencia porque no tiene apuro y sabe que la mayoría de sus seguidores, que son cada vez más, nunca lo abandonarán. Tendrá cada vez más fieles fanáticos que aportarán oro y más oro. El rey Midas del pádel, amigos, es el propio pádel. No se confundan.

M.E.

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