Cada persona que juega a pádel tiene un estilo de juego que le va mejor. Con sus defectos y virtudes, cada uno juega a lo que sabe, o a lo que puede. Para poder desarrollar nuestro juego, lo primero que necesitamos es un compañero que nos complemente en pista y una pala que nos dé exactamente lo que necesitamos para ejecutar ese juego.
Centrémonos hoy en la pala. Ya hemos hablado en muchas ocasiones de cómo elegir una pala pero, en este caso, centrémonos en la idoneidad de la elección.
Si algo debemos tener claro a la hora de elegir una pala es saber cuáles son nuestras cualidades y nuestro tipo de juego. A partir de ahí buscaremos una pala que se adapte a esas características y con la que juguemos cómodos.
Muy importante el hecho de que la pala se adapte a nuestro juego y no ser nosotros los que adaptemos nuestro juego a la pala. A la hora de elegir una pala, en muchas ocasiones elegimos mal porque pensamos que nos va a hacer jugar mejor o mejorar en facetas que no controlamos, lo cual, en parte, es un error.
Principalmente sucede con las palas más ofensivas, que suelen ser más técnicas. Si mi juego es defensivo, ¿por qué ir a por una pala de potencia, por ejemplo? Puedes pensar que si ya dominas la defensa, con una pala de ataque mejores en el juego en la red. Aquí es donde debes pararte a pensar en el nivel real que tienes, tu técnica, tus puntos fuertes y los débiles. ¿Piensas que tienes la suficiente técnica como para dar un paso en tu progresión y optar por una pala más ofensiva? Para dar ese paso, tiene que ser que de verdad sea tu pala la que ya se queda “corta”. Si tu técnica te permite buscar opciones más ofensivas sin que se vea afectada la parcela defensiva, ¡adelante! De lo contrario, no tengas prisa.
En el pádel amateur, la mayoría tenemos carencias en algún aspecto del juego. Unos defienden bien pero en la red no terminan de rematar, otros atacan bien pero no saben ni cómo se defiende… para cada uno hay un tipo de pala. Lo que no podemos hacer es, sin estar preparados, hacer un cambio de pala a una que es lo opuesto en cuanto a nuestro juego.
“Ya me adaptaré” piensas, como si por sujetar la pala, esta te fuera a enseñar cómo hacer lo que haces mal. Ya sabes el dicho, “no es el arco, es el arquero”. Te puedes adaptar a pequeños cambios, como pasar de una pala de tacto algo blando a medio, por ejemplo, pero no pasar de una pala fácil a una técnica, no sin antes lograr eso, una buena técnica.
Ten siempre presente cuál es tu nivel, el de verdad, no con el que te apuntas en tal partido porque si no no te dejan jugar. Ten claro cuál es tu tipo de juego y, en función de eso, busca una pala que se adapte a ello. Que quieres mejorar ciertos aspectos de tu juego, aprende con una pala con la que juegues cómodo y, cuando notes que progresas, ya puedes plantearte cambiar a una pala con otras características.
Si elijes una pala en función de tu nivel y tu juego esta, de normal, te va a responder. De lo contrario, es muy probable que en el paletero de por vida.