Pasión y gloria en el pádel

Pasión y gloria en el pádel

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Pasión y gloria en el pádel

Hoy compartimos este artículo de uno de los mejores coach del mundo de pádel, Martín Echegaray, sobre la pasión y la gloria en pádel. Un artículo sin duda de obligada lectura.

Dos mil veinte. Finaliza la temporada de pádel en un año muy extraño y con tres diferentes rankings del WPT —Race, Sorteos y Congelado—. En estas clasificaciones, a diferencia de otras épocas en nuestro deporte, van y vienen los resultados y no se estabilizan las parejas a pesar de que en muchos casos esos resultados no son nada despreciables. ¿Por qué tanta inquietud?

Mi amigo Diego Pezzoni, Director Técnico de la Federación de Pádel del Principado de Asturias y con quien compartimos contenidos de interés referidos a nuestro trabajo, me pasó hace un tiempo unas interesantes declaraciones de Perico Delgado. En ellas aseguraba sentir que se estaba perdiendo el valor del esfuerzo en el deporte porque se estaba cambiando la definición del éxito: básicamente hoy, decía, o se es un número uno o no se es nadie. No vale ser segundo, o tercero, o simplemente hacerlo cada vez mejor. Este es un tema de largo debate en el mundo del deporte, e incluso más allá. Dicen los que saben que hay diferentes visiones según las culturas, pero que lo que se va imponiendo es pensar que solamente hay lugar en el Olimpo para los números uno.

Curiosamente en el tenis, deporte individualista si los hay, llevamos unos gloriosos años disfrutando del Big 3, como algunos llaman al trío Federer-Nadal-Djokovic (hasta hace no mucho Big 4 con Murray). Pobres los otros que han intentado trascender en esta época, ¿no? Tanto es así que el genial tenista argentino Juan Ignacio Chela en uno de sus tuits, en ocasión del retiro de David Ferrer, lo despidió con esta frase:

“Gracias @DavidFerrer87 por defender y representar a los terrícolas durante tantos años contra los avengers.”

Más allá de las bromas está claro que el ejemplo del tenis rompe con esa visión del Mejor casi con carácter de Único. Hoy ni siquiera son dos las bestias, como sucedió con Borg-McEnroe, McEnroe-Lendl, Sampras-Agassi y otras sagas. Hoy son 3 y en un momento fueron 4. Seguramente perderán su condición de líderes pero seguramente también nunca dejarán de ser un ejemplo de cómo llegar a ese liderato.

Considerando además que, por definición, en el puesto de número uno no hay espacio para muchos —ni siquiera para pocos—, ¿qué les queda al resto?

Yo creo que un deportista de alto rendimiento debe preparase para tres etapas de su vida. Quizás la más emotiva sea la de alcanzar el número 1. Otra, más racional, más terrenal, más difícil, es la de mantener ese puesto. Finalmente la etapa en la que —casi— todos los deportistas pasarán gran parte de su vida es en la condición de aspirantes. Con aspiraciones de todo tipo, incluida por supuesto la de ser número uno.

Y a partir de lo dicho por Perico Delgado, ¿qué debe hacer un aspirante? Mi opinión tiene bastante que ver con el actual mundo del pádel, especialmente del masculino —aunque las chicas no se quedan atrás en esto de ser impacientes con los proyectos. Después de un extenso reinado son varios los aspirantes que en años recientes calentaron y por lo visto en los venideros calentarán por turnos el trono. Y algunos de ellos pueden ser considerados jóvenes, con todo lo bueno y con todo lo malo. Pero todos deberían reflexionar y comprobar si —lamentablemente— han cambiado ya su pasión por gloria.

El tema central de la banda sonora de la memorable (no dije buena, sino memorable) película Rocky III es la canción “El ojo del tigre”. Va su segunda estrofa:

So many times, it happens too fast / You trade your passion for glory / Don’t lose your grip on the dreams of the past / You must fight just to keep them alive

Si cambiamos rápidamente la pasión por la gloria nos alejaremos de nuestros sueños, y deberíamos luchar por mantenerlos vivos. Este es, más o menos, el espíritu que el grupo responsable del tema –Survivor– pretendió darle a su creación. Algo que encajaba perfectamente con el tema de la película, en la que un Balboa algo aburguesado debía retomar su pasión ante un nuevo desafío.

Pero volviendo al pádel y a la vida real. Amigo aspirante al trono: ¿estás dispuesto a levantarte temprano las veces que haga falta, especialmente cuando te cueste mucho? ¿A salir de casa con mucho frío, quizá con niebla e incluso lluvia? ¿A llegar al club cuando no hay nadie y los cristales chorrean agua? ¿A entrenar en cualquier condición, a que la pelota bote mal, a que no te salgan las cosas bien? ¿A soportar el dolor, la angustia, la bronca? ¿A tener paciencia, resignación, y a saber esperar? ¿A aceptar la derrota, muchas derrotas, y a seguir luchando? ¿A renunciar a ciertos aspectos de la vida, a tener unos hábitos diferentes a los de quienes te rodean? ¿A quejarte poco y a esforzarte mucho? ¿A compartir pasión con un compañero, especialmente en las malas? ¿A ser el elegido para reemplazar a otros que dejan el trono pero que nunca abandonaron esa pasión ni la abandonarán? Y así siguiendo.

Amigo aspirante, si dudaste en alguna de las respuestas es que no estás preparado y probablemente nunca lo estés.

A menudo veo padelistas que entre sus logros mencionan sus fichajes para determinadas marcas, o sus partidos de octavos de final de tal o cual torneo importante, o que les han pedido algunos autógrafos o que tienen no sé cuántos followers de no sé qué red social. Esto ni es gloria ni conduce a la gloria. Porque sin pasión no puede haber gloria. E incluso muchos de los actuales grandes padelistas deberían revisar día a día su nivel de pasión, porque los que se van dejaron el listón muy alto.

Y finalmente hay que aceptar que todos podrán tener pasión, pero no habrá gloria para todos. Es ley de vida. Y lo de tener gloria o no sólo se sabrá al final de un camino, largo y duro, de pasión.

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