¿Nunca os ha pasado en un partido de pádel que la “cagáis” y pensáis tierra trágame? Ya sea por algún fallo estrepitoso o simplemente por ser torpes, como yo, en todos los partidos hay que pasar un momento de vergüenza.
Empezaremos por los fallos tontos, algunos por falta de concentración y otros por exceso de ganas. Por ejemplo, seguro que esta os la sabéis, la típica de globo corto del rival que se te queda a huevo y vas con tal ansia que terminas reventando la bola contra el cristal (en el mejor de los casos le das al rival, oye mejor eso que perder el punto). Y es que el ansia es muy mala, sobretodo cuando ves la bola tan fácil y tan “reventable” que le pegas con toda tu alma y no mides bien. Además, no sólo acabas de fallar un punto cantado sino que el rival te suelta “gracias por el regalo” para acabar de rematarlo. Si, en esos momentos te dan ganas de coger e irte a casa directo.
También tenemos el típico remate en el que nos creemos que somos Lamperti y le queremos pegar casi desde el fondo de la pista y la sacas de la pista, si….pero sin tocar el suelo. Y luego vete a por la bola haciendo lo que podríamos llamar “el paseillo de la vergüenza”.
En este caso hay una variante y es en vez de hacer la de Lamperti, hacer la de Silingo. Si señores, rizando el rizo, tu compañero se agacha y te deja el globo en paralelo que le han tirado para que vayas tú. En ese momento coges y te desplazas lateralmente y con toda la ilusión del mundo tratas de hacer un remate en suspensión que…no sale como esperabas, ¿qué sorpresa no? Así que tu compañero acaba con un tatuaje nuevo en la espalda y tú no sabes si reír o llorar, yo soy de los de reír, básicamente por que no me comí el pelotazo que sino…
Otra que duele en el alma es la que se queda la bola votando en tu campo pero no coge altura, así que dices la paso y ya está. ¡Pero no! la muy cabr… siempre se queda en la red, ¿pero cómo es posible fallar eso?
Otra muy típica es la de ir a rematar y hacer un airball. Te pasa una vez y vale, te pasa dos y ya vas con la mosca tras la oreja, pero a la tercera ya te quieres morir. Algo parecido pasa con bolas que vienen sin ningún tipo de dificultad y sin saber porqué, te la tragas. A mi me pasa mucho cuando juego por la mañana, es lo que tiene ir medio dormido por la pista, ¡pero la culpa es de los focos que deslumbran!
Luego tenemos los momentos cómicos, si, son cómicos siempre que no seas tú el protagonista. ¿A quién no le ha pasado ir a darle a la bola y terminar dándole con el canto de la pala con el consiguiente pelotazo en la cara? A mi nunca… esto sólo lo pongo por que me lo ha contado un amigo…
Una de las más dolorosas, y por partida doble, es cuando te comes literalmente la pala. A mi me ha pasado más de una vez, ya he dicho que soy torpe, que al ir a hacer una contrapared me he echado muy encima de la bola y no puedo darle bien. ¿Y qué es lo que se me ocurre hacer en ese momento? pues un globo, con tal mala suerte (llámalo mala suerte, llámalo estupidez) que acabo estampándome la pala en la cara. Como estás de espaldas al resto esperas que nadie haya visto el golpe que te acabas de pegar y si por un casual te preguntan, ¿estás bien? yo al menos contesto “sí, ¿por?”. Lo niegas hasta el final…¡aunque te sangre la nariz, aquí no ha pasado nada!
Otro de los golpes tontos y dolorosos es al hacer una bajada de pared, cuando intentas darle con toda el alma, y al terminar te acabas reventando la pala contra la rodilla. Ufff, cómo duele, en la rodilla y en el alma. No sé si duele más esto o cuando es tu propio compañero el que te pega un palazo… a veces pienso que mi rodilla es un imán para las palas.
Lo que no nos pase en una pista de pádel…
Jajaja,me he reido mucho…
En un partido un comtrario intentando hacer una contrapared de fondo, se hizo un Harry Potter… La pala le rebotó en el cristal y se dió en la cabeza.
Se abrió la frente y tiene una cicatriz como Harry Potter.. Que susto nos dimos