Por cosas de la rutina diaria resulta imposible jugar a pádel todo lo que uno quisiera, así que me voy a permitir la licencia de considerar un lujo los ratos en los que puedo escaparme para jugar un partido.
Cuando hablo de ratos me estoy refiriendo a una hora y media o tres horas a la semana como mucho, por lo que como podréis comprender, les otorgo mucho valor, como esos ratos de cerveceo con los amigos, comidas familiares, escapadas en pareja…
El único problema de tener un hobby como el de jugar a pádel es que en algunas ocasiones te puedes encontrar con alguna que otra situación no prevista y tampoco precisamente de nuestro agrado. Por ese motivo hemos decidido considerar tales situaciones como “imprevistos en el pádel que te sacan de quicio”, pues estoy seguro que muchos de nosotros compartimos alguno.
– El clásico amigo que llega tarde:
Deja de ser imprevisto en cuanto repite una y otra vez su desconsiderada impuntualidad. Sí, vale, tampoco hay que ponerse así por 10-15 minutos, pero tiene que entrar, pelotear… Total que el partido empieza 20 minutos tarde.
– El clásico amigo que nunca llegó:
Afortunadamente esta situación no suele darse con excesiva frecuencia pero mira que me saca de quicio el típico…Chicos, que al final no puedo ir, me ha surgido un imprevisto. Con el ansia viva que tenía yo por jugar.
– Vaya…nadie ha traído bolas:
Menos mal que en la mayoría de clubs tienen bolas de esas que se utilizan para que los monitores puedan dar clase, pero… ¿y si no?
– Y se fue la luz…:
Estar en medio de un partido y de repente un foco hace…ZAS, te deja parte de la pista en penumbra y te amarga un poco la tarde-noche.
– Cuando alguien se lesiona:
Lo sé, es muy egoista, lo primero de todo es preocuparse por la lesión, y más si es la de uno mismo, pero lo siguiente que se me pasa por la cabeza es…pufff, qué pena, ya no jugamos más.
– El clásico amigo que atiende las llamadas:
Por el amor de Dios, puedo entender que sea una emergencia, pero debería prohibirse coger el móvil cuando estamos entre puntos. En un descanso vale, o entre sets, pero no más de 2 minutos. Odio esas personas que se pasan 5 minutos hablando cuando no se trata de algo urgente.
– El clásico amigo que olvida que jugar cuesta dinero:
Reconozco ser uno de esos amnésicos que a veces olvida meter el dinero en el pantalón de deporte para jugar y que pide un pequeño préstamo. Pero cuando me lo piden a mi me saca de quicio, pero bueno, hay confianza.
– El clásico amigo que se olvida la pala
Llega el momento del partido y resulta que a tu compañero se le ha olvidado coger la pala. Es un caso raro y extremos, pero sucede. Ante esta situación, más vale que seas de los que llevan siempre dos palas… y le quieras dejar una.
– El clásico amigo que se equivoca de club
Otro caso extremo que sólo puede pasar con gente despistada ya de por sí. Esa gente que suele llegar tarde y le recuerdas tropecientas mil veces la hora pero cometes el error de decirle solamente una vez el club y, evidentemente, para una vez que llega pronto… se equivoca de club. Para evitar esto, lo mejor es recoger a estos especímenes directamente en su casa.
– La lluvia
Si juegas al aire libre no hay algo que moleste más que llueva justo el día que tienes pista reservada.
– Cuando te privan del postpartido
Si bien he dicho al principio del artículo lo de la hora y media o 3 a la semana, se me ha olvidado por completo incluir esa hora de más de cervecita post partido. Sin duda, encontrarte de repente con el clásico “no puedo quedarme después del partido o mi mujer me mata…” en fin…
Abierta la veda solo queda animaros a compartir vuestras experiencias con los imprevistos padeleros.