Siempre hay algo en la pista de pádel que nos da rabia, ¿no? Perder contra un rival en concreto, una acción evitable, algo que ha hecho tu compañero… ¡Qué rabia!
Qué rabia cuando salvas dos, tres, cuatro bolas complicadas y, cuando te viene la más fácil va y la fallas.
Qué rabia cuando a tu rival le pasan todas las bolas que dan en la cinta ya ti… ¡se te quedan todas en tu campo!
Qué rabia cuando tu compañero y tú vais a por la misma pelota, los dos metéis la pala y, al final, “¡mía!¿tuya?¡tuya!¿mía?” y la bola que acaba pasando entre los dos.
Qué rabia cuando uno de los rivales, el que más alejado está de la jugada, intenta robar una bola sin haber visto el bote, solo guiándose por cómo ha sonado.
Qué rabia ese único día en el que no llevas un bote de pelotas y, claro, como el resto nunca lleva, toca comprar uno… ¡y te hacen pagar!
Qué rabia da cuando te toca un compañero que no sube a la red.
Qué rabia cuando tienes reservada pista al aire libre y, tras un mes sin llover, justo ese día diluvia.
Qué rabia da ser peor de lo que uno piensa. Con lo bien que juego en mi imaginación…
Qué rabia cuando tienes que retroceder, no ves a los rivales y el compañero no te canta su posición.
Qué rabia estrenar una pala nueva y rascarla en menos de cinco minutos.
Qué rabia da pagar por un partido y luego no tocar una bola porque los rivales te hacen la nevera.
Qué rabia cuando vas a golpear una bola y tu compañero se lanza a por ella, no finaliza el punto, y te acaba dejando vendido.
Qué rabia cuando tu compañero tira un globo corto…. ¡cuando tú estás en la red!
Qué rabia tener que tirarse media hora para sacar de lo irregular que está el suelo de la pista.
Qué rabia tener dos, tres, puntos para el break en cada juego del rival, desaprovecharlos y, a ti, a las primeras de cambio te rompan el saque.
Qué rabia da que se acaben los partidos justo cuando empiezo a entrar en calor. ¡Partidos a 5 sets ya! (Los dos primeros son de calentamiento).
*Foto de World Padel Tour