Hoy vamos a hablar de un tema que suele salir prácticamente cada vez que jugamos un partido de pádel: ¿hacemos australiana o no? Es cierto que la mayoría de la gente usa hoy en día el saque a la australiana, pero algunos aún se resisten a usarla y prefieren el saque clásico.
Saque clásico
Esta forma de jugar es aquella en la que cada componente de una pareja de padel se sitúa en una parte de la pista, uno al drive y el otro al revés. A la hora de restar mantienen su lado de la pista, al igual que ocurre al hacer la australiana. La principal diferencia viene cuando esa pareja tiene que sacar, ya que cuando el jugador que se encuentra jugando en el revés debe sacar en el lado del drive, el jugador del drive cambia su posición y se sitúa en el lado del revés hasta que finalice el punto. Cuando el jugador de revés saque desde la posición de revés no se intercambian posiciones, como con el saque a la australiana.
Como véis, cuando una pareja juega con el saque clásico, el jugador mantiene su posición durante buena parte del partido y sólo cambia de posición cuando su compañero saque en su parte del campo. A penas se pasa un 25% del partido fuera de posición.
A nivel profesional es cierto que es mucho mejor hacer saque a la australiana ya que los jugadores se especializan en un lado de la pista según sus características de juego y la compenetración con su compañero es mayor. Cada uno sabe la zona que tiene que cubrir y se evitan las típicas dudas de quién va a por esa bola y quién a por aquella.
Hasta aquí perfecto, pero ¿qué pasa con el padel amateur? Los jugadores amateurs, los que no nos ganamos la vida en esto y jugamos a padel por pura diversión.
Un jugador amateur debería de ser capaz de poder jugar en cualquier lado de la pista indistintamente de sus características de juego. Todos tenemos un lado preferido donde desarrollamos mejor nuestro juego, está claro, pero no debemos caer en el error de jugar siempre en la misma posición.
Si hacemos saque clásico estaremos jugando la mayor parte del partido en el lado donde mejor jugamos, pero también podremos practicar en el lado donde más incómodos jugamos. Y eso es bueno, cuanto más nos centremos en jugar sólo en un lado, más nos estamos limitando nuestro juego. Si jugamos de esta forma, poco a poco podemos ir mejorando en posicionamiento en nuestro lado malo y mejorar esos golpes que no se nos dan demasiado bien, no nos centremos en lo que sabemos hacer, intentemos mejorar y tener un juego más completo.
Muchos pensaréis que para qué vamos a jugar así si haciendo australiana no hace falta cambiar de lado. Correcto eso es así, pero ¿qué pasa cuando os apuntáis a una partida abierta y os juntáis 3 o 4 jugadores de revés? Aquí viene el lío, ya que uno mínimo tiene que cambiar su posición y al no estar acostumbrado a jugar en el drive lo pasará mal y si encima hacen australiana pues tierra trágame…
Por cosas como esta hay que intentar ser polivalente y tratar de defenderse en los dos lados de la pista y el saque clásico ayuda a ello, pero como casi todo en esta vida, también tiene sus inconvenientes.
Y es que, el cambiar de lado puede provocar que haya cierta falta de entendimiento en la pareja a la hora de ir a las bolas del centro por ejemplo. Normalmente las bolas que van al centro son para el jugador que está en el revés, por eso muchas veces el jugador que suele estar en el drive cuando cambia de posición no va a por esas bolas o si lo hace va con dudas. Esto es un problema cuando apenas conoces a tu compañero, porque aunque antes del partido se hable la cabra tira para el monte y un jugador de drive deja esas bolas para el jugador de revés. Esto es algo que solo se puede solucionar con el tiempo y la práctica, pero que muchas veces es desesperante.
Saque a la australiana
Se llama “australiana” a la forma de posicionarse en la pista según la cual cada jugador de la pareja ocupa siempre el mismo lado (hay un jugador en la derecha y otro en el revés y no se intercambian la posición si no es por circunstancias puntuales del juego).
Cabe recordar que, en el padel, se saca siempre en cruzado y está totalmente prohibido en el reglamento invadir el lado paralelo al lado sobre el que se sirve hasta que no se haya impactado la bola. Es decir, si un jugador de revés saca hacia el drive, no puede “entrar” en el lado izquierdo de su pista hasta que la bola no haya salido de su pala.
En el padel, por ser una pista con paredes y vallas, el rebote es un elemento básico a controlar, por lo que dominar los rebotes tanto de los golpes propios como los de los rivales es algo fundamental. Por otro lado, al ser un deporte por parejas, es importantísima la compenetración con el compañero y realizar los movimientos, tanto individuales como de equipo, que mejor cubran la pista. Esto, salvo casos excepcionales de jugadores con una visión de juego mucho más desarrollada que la media, se consigue con la repetición. Por otro lado, aunque lo ideal sería dominar un elenco de golpes lo más amplio posible,es normal tener algunos golpes con los que uno se sienta más seguro y eso puede hacer que el juego de uno sea más efectivo en un lado que en otro.
Jugando “a la australiana” se consigue dominar mejor ese lado y, aunque el jugador se quede un poco “cojo” en su juego por no ser del todo versátil, se asegura jugar con un nivel de comodidad alto, pues conoce bien su lugar en la pista y sabe cómo se va a comportar la bola y cómo se ha de mover para cubrir la pista en cada momento.
Otro punto a favor es una mayor facilidad para compenetrarse la pareja, pues habrá que acostumbrarse a una sola situación de juego.
Si hay motivos muy importantes a favor de jugar a la australiana, también hay varios y muy sólidos en contra, principalmente a niveles bajos y medios. El primero y más obvio es que, haciendo australiana, el jugador que saca tiene que correr más de lo que correría sin hacerla para cubrir el posible resto paralelo. Eso hace que el saque fuerte pierda mucha efectividad si no se tiene una buena velocidad para llegar a la red. El segundo, no tan obvio, es que al estar siempre los dos jugadores “en su sitio”, la posibilidad de recibir un “neverazo” se incrementa, pues la pareja rival puede tener más claro el tirar siempre hacia el mismo lado (esto se puede convertir en ventaja si uno de los dos jugadores es muy superior a su rival que juega en cruzado y se “devuelve el neverazo”).
Vistos esos pros y contras, antes de evaluar si es mejor hacer australiana o no, hay que evaluar las virtudes de los jugadores y de la pareja. Pero, sobre todo, hay que saber hacerla. Para hacer australiana hay un punto básico que se tiene que cumplir siempre: el jugador que saca “fuera de su posición” va a tener que correr unos metros extra para cubrir el resto paralelo y no se puede tener que preocupar por cubrir el centro de la pista. Esa zona es del compañero, que tiene que estar situado bastante cerca de la línea central (a 1 metro o poco más) y tiene que estar muy atento a cubrir un resto por el centro, un resto cruzado que le vaya a él por bajo o un globo que le haga recular, por lo que la posición y la movilidad y visión de la jugada del compañero del sacador es algo importantísimo.
Desde el lado del restador también es conveniente saber cómo atacar la australiana. Ni que decir tiene que cuando un jugador está al resto y ve toda la pista vacía delante de él, el pensamiento obvio es buscar un golpe paralelo, así que esa es la primera opción (y más obvia) si el saque es suficientemente “atacable”, pues el golpe paralelo siempre es más difícil de ajustar que el cruzado o el tiro al centro. Si no, el restador puede valorar la posición del compañero del sacador (si está cubriendo el centro o no, si está más o menos adelantado, etc.) y restarle en consecuencia, con un resto cruzado o al centro, que entraña mucha menos dificultad.
Claro está que si alguien sigue a los jugadores profesionales ni siquiera se plantearía si hacer o no australiana: todos la hacen (salvo Cristian Gutiérrez y Matías Díaz en 2013 y 2014, y algunas otras parejas de forma puntual). Así que, a priori, parece claro que es la mejor opción. Sin embargo, no hay que perder de vista que los jugadores profesionales tienen una preparación física muy alta, tienen una muy buena técnica y, además, tienen un muy buen control del posicionamiento en pista. Si el jugador amateur tiene esas características (dentro de su nivel), la australiana es totalmente recomendable. Si no es así, es algo que se debe cuestionar.