Acaba otro año, pero no uno cualquiera. Un año difícil en todos los sentidos, pero que no ha evitado que el pádel siga creciendo.
El pádel sigue siendo un deporte que está en pañales. que se me entienda la expresión, el pádel es aún un deporte muy joven, con mucho recorrido por delante, pero es innegable que crece a pasos agigantados.
Las comparaciones son odiosas, y sobre el pádel siempre va a estar la comparación con el tenis. Si me diesen un euro cada vez que leo un comentario en el que alguien desprecia al pádel alegando que el tenis sí es un deporte de verdad… Bueno, seguramente ya estaría retirado viviendo la buena vida y no trabajando un 31 de diciembre.
La cuestión es que en esa comparación parece siempre perder el pádel, si por el simple hecho de ser un deporte más fácil de jugar, fuese peor. Y nada más lejos de la realidad. Lo mejor que tiene el pádel es eso, que es un deporte al que es muy fácil empezar a jugar. Da igual la edad que tengas, el físico que tengas o el nivel que tengas. ¿No has cogido una pala en tu vida? ¡No pasa nada!
Así como en otros deportes los inicios pueden ser frustrantes, en el pádel no. Incluso alguien que no ha hecho deporte en su vida se puede divertir la primera vez que entra a pista. Esa es la gran virtud del pádel, que todo el mundo puede jugarlo.
¿Quiere decir eso que es un deporte poco exigente? Por supuesto que no. Hace un tiempo escribía un artículo, “El pádel terrenal“, en el que hablaba sobre que los jugadores amateurs jugamos a otro deporte respecto a los profesionales. Obviamente, tanto profesionales como amateurs jugamos al mismo deporte, el pádel, pero lo que quería era hacer hincapié en la diferencia de nivel entre unos y otros. Sucede en todos los deportes, por supuesto, pero aquí solo hablamos de pádel.
El pádel puede ser un deporte terriblemente exigente y frustrante. Es muy divertido de jugar con amigos, pero cuando quieres mejorar, ¡ay! Cuando te topas con ese muro… La mejora al empezar es muy rápida, pero todos llegamos a un punto en el que nos estancamos, y cómo cuesta pasar al siguiente nivel. Nos obsesionamos con cambiar de pala para tener más potencia, por ejemplo, pero no es la pala el problema. Vemos a los profesionales y queremos imitarlos, pero nuestra técnica está a años luz como para poder hacer lo que ellos hacen. El que algo quiere, algo le cuesta, y el pádel no es una excepción.
Cuando quieres progresar, ¡cómo cuesta! Pero, cómo engancha ya desde el inicio. Por eso, aún siendo un deporte tan joven, ni una pandemia puede evitar que siga creciendo y que cada vez haya más gente que lo practique. Un deporte en el que ser malo no impide que disfrutes practicándolo.
*Foto de World Padel Tour