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Sí, todos echamos de menos jugar a pádel. Tiramos de nostalgia acordándonos de este o aquel partido en el que seguramente en nuestra imaginación jugáramos mejor de lo que realmente hicimos e, incluso, echemos de menos a ese compañero que de normal nos llega a sacar de quicio. Y es que, sin nuestro compañero, ¿qué haríamos nosotros?

Pues nada, hablemos un poco de tipos de compañeros que tenemos en la pista de pádel.

El zurdo

¿Puede haber un jugador más cotizado que un jugador zurdo en pádel? Quien tiene un zurdo como compañero tiene un tesoro… y un marrón para retenerlo. Esa persona con la que no vas a tener ningún problema para jugar en el revés, luego ya lo de quién remata los globos centrados es otro tema. Porque, cuando tu compañero es zurdo ya has triunfado. ¿Es bueno o malo?¿Te cae bien o mal? Qué más da, ¡es zurdo!

El pasabolas

Siempre odiarás tener un pasabolas como rival pero cuando este es tu compañero es una auténtica bendición. Un jugador que no sabes que, pase lo que pase, le tiren lo que le tiren, llueva, truene, nieve, esté resfriado, juegue con una pala del todo a cien… ¡no va a fallar! Sí, puede que no tenga un gran remate o una gran volea en ataque, pero es capaz de ganar puntos tirando globos o haciendo cometer fallos al rival. Y, no nos olvidemos, esos puntos valen lo mismo que los tuyos sacando bolas de la pista.

Además, ¿y la seguridad y tranquilidad que te da tener a alguien así al lado? La seguridad que te transmite hace que juegues más cómodo y puedas hacer tu juego con mayor libertad.

El alocado

Hay compañeros que son muy despistados, a los que les tienes que recordar veinte veces la hora y lugar del partido y aún así, hasta el último momento no sabes si aparecerán.

Luego, en la pista, son exactamente iguales. Se posicionan mal, y tampoco les importa. Fallan cinco bolas seguidas, y no sufren demasiado por ello. Pareces su madre diciéndoles lo que deben hacer y, por un oído les entra y por el otro les sale.

Van a su bola, no trates de enseñarles, tienen su juego alocado, de jugarse cualquier bola que les venga. Pero tienen ese algo, llámalo técnica si eres su compañero, llámalo suerte si eres su rival, que pese a haber fallado como una escopeta de feria va y te ganan el partido a base de puntazos. Ahora, igual que te lo ganan te lo pueden perder.

Te llevan de la alegría al enfado en segundos, te provocan micro infartos durante el partido hasta el punto que te preguntas, ¿por qué sigo jugando con este? Fácil, porque te va la marcha.

El “bueno”

Seguro que más de una vez, aunque espero que nunca con el mismo, has tenido que jugar de pareja de alguien que se cree muy bueno y, aunque lo sea, se quiere imponer constantemente a su pareja. Ese que falla y no pasa nada pero, cuando es su compañero el que falla, le da un cursillo de lo que ha hecho mal y solo le falta ponerle un capirote que ponga “burro”.

Ese que se cree tan bueno, y que su compañero es tan malo, que cada vez le va robando más y más bolas hasta casi sacarle de la pista. Podría escribir un libro de “Cómo hacerle la nevera a tu compañero” y seguir pensando que es maravilloso.

El quejica

Siempre está el típico compañero que se queja de todo. Que si mañana no le apetece jugar, que si a esa hora le va mal, que si le molestan los focos, que si se resbala en la pista, que si el rival le mira mal, que si su pala ha caducado, que si las pelotas votan mal, que porqué es tan cara la pista, que si lo sabe no va… Es feliz quejándose.

El comodón

Nunca reserva la pista, no suele llevar nunca bolas, da por hecho que tú las llevarás. Le da igual dónde jugar, le da igual en qué lado jugar. Le da igual todo, porque él lo único que quiere es que no le mareen y ponerse a jugar, lo demás no importa. Como un perrillo ansioso, tírale una bola y saldrá corriendo como loco detrás de ella. Eso sí, no le pidas que organice nada y da gracias que se acuerde de llevar su propia pala.

El amigo

Por último estaría el compañero que es tu amigo desde hace años. Y, claro, ya se sabe, la confianza da asco y cuando la cagues va a ser el primero que se eche unas risas a tu costa. Las rajadas van a ir de un lado a otro durante todo el partido.

Tampoco va a tener pelos en la lengua para decirte lo que has hecho mal, igual que tú tampoco te vas a cortar y vais a acabar discutiendo como un viejo matrimonio. Eso sí, no te fallará cuando las cosas pinten mal o si necesitas ayuda, porque siempre está al pie del cañón. Ganaréis o perderéis, pero el post partido siempre será de lo más entretenido.

*Foto de World Padel Tour

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