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En muchas ocasiones nos quejamos de los rivales, que si nos roban bolas, que si hacen la nevera, que si provocan… pero, qué pasa cuando tienes al enemigo justo al lado, qué pasa cuando es tu compañero el que te hace el partido imposible.

Muchas veces juegas con amigos y, ya se sabe, la confianza da asco. Hasta cierto punto, te lo puedes tomar a cachondeo, siempre que no se pasen de la raya.

Otras veces, te juntas con alguien al que no conoces de nada para jugar un partido que, al final, es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar: un buen compañero, un impresentable, un manirroto… Puede que solo lo tengas que aguantar un partido o, por contra, si hacéis buenas migas, volváis a quedar para jugar.

Por último, puede simplemente que con tu habitual pareja ya no haya buen rollo. Depende de cómo te tomes el pádel, la pareja puede resentirse.

La cuestión es que, bien puedes tener al lado a tu compañero soñado, como al mayor hijo de… Así que, sin más dilación, vamos a ver cómo sería el compañero que nunca querrías tener.

El compañero que nunca querrías tener…

Elige el lado de la pista sin consultártelo

Llega a la pista y, antes de saludar, ya se sitúa en el lado en el que él quiere jugar. Nunca te pregunta, él manda, y punto. No piensa en la pareja, si uno u otro puede hacerlo mejor en un lado o en el otro.

Siempre resalta tus errores

Siempre es bueno tener una comunicación fluida entre compañeros para poder corregir los errores de los partidos. Hasta ahí perfecto. Pero, algunos, machacan constantemente con los errores al compañero, incluso cuando no son suyos. Él no falla, y si lo hace, es porque algo has hecho mal para llegar a esa situación.

Te corrige constantemente

En la línea del anterior punto, una cosa es dar indicaciones y comentar dónde ha estado el posible fallo, y otra muy distinta ponerse cual profesor delante de todos demostrando cómo has fallado y lo que deberías haber hecho. Luego, eso mismo que ye ha corregido va y lo falla él, y aquí no pasa nada. al teoría la sabemos todos y en la práctica nos podemos equivocar.

Te pone caritas

Hay algo peor que las palabras, sí, las caritas. Unos expresan su disconformidad con algo que has hecho diciéndotelo directamente, otros, sin embargo, no dicen nada, sino que ponen caras, hacen gestos, resoplan…

Te roba bolas

Ni se te ocurra pisar su zona de la pista, ahora, él invadirá constantemente tu lado hasta el punto de hacerte casi la nevera. Globo que te queda perfecto para rematar y aparece tu compañero saltándote encima para rematar.

No te escucha

Es fundamental comunicarse en la pista, pero la comunicación no puede ser unidireccional. Hay gente que solo sabe hablar, te dice constantemente lo que tienes que hacer, pero nunca escuchan. Le cantas la posición de los rivales, le das alguna recomendación, da igual, no te va a escuchar y va a acabar haciendo lo que le de la gana.

Juega de forma individual

Para algunos, que el pádel sea un juego de dobles es una molestia. Juegan en la pista pensando solo en ellos, sin importar si dejan vendido al compañero. Si fuera por ellos agarrarían tu pala, te echarían de la pista y se pondrían a jugar con una pala en cada mano.

Te hace peor jugador

Lo peor de todo es que te acaban haciendo jugar peor. Si tienes un mal día, en vez de apoyarte para que vayas cogiendo confianza, te echan una mano al cuello para que termines hundiéndote y ya no te salga nada. Es difícil rendir a buen nivel cuando no estás cómodo con tu compañero. Es un vampiro emocional que se alimenta de toda la energía positiva con la que ibas al partido.

A esta gente, ¿qué les decimos? “Contigo no, bicho”.

*Foto de World Padel Tour

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