Con semejante título seguro que te preguntas de qué leches va este artículo, ¿sobre jugadores de pádel que son muy malos? De primeras podría parecer que toca este tema, pero nada más lejos de la realidad.
¿De qué hablo? De aquellos que juegan como si llevasen metidos un petardo por el culo, son hiperactivos, incapaces de estar un sólo segundo quietos en la pista de pádel.
Dos de mis compañeros habituales de pádel cumplen este perfil de arriba a abajo. Con ambos he tenido discusiones antes, durante y después del partido. Es una relación de amor/odio, como con las Fallas, e incluso alguna vez se me ha pasado por la cabeza la idea de quemarlos como si fueran ninots.
Jugar con esta gente es como ir a la guerra, son auténticos kamikazes. No piensan lo que van a hacer durante el punto, lo hacen y si les sale bien, genial, sino, no es que les de igual, pero simplemente no se comen la cabeza con ello.
Tampoco quiero decir que arriesguen. De esto ya hablamos en el artículo sobre “¿Asegurar o arriesgar en el pádel?”, es su juego y, aunque tú pienses que están arriesgando, para ellos es jugar a lo seguro porque, al fin y al cabo, es lo que saben hacer.
Esto hay momentos de partido donde va genial. Por el tipo de juego del rival necesitas imprimirle al partido cierta locura y ellos lo hacen como nadie. El problema es que siempre juegan así, no leen las situaciones del partido, y eso puede hacer que acabes desquiciado.
Cuando los rivales están en la red, en vez de tirarles globo les juegan por abajo, y aunque no les hayan ganado la posición suben a la red a lo loco. Si el rival tiene clase, con un simple golpe ya les cogen a contra pie y eres tú el que tiene que ir haciéndoles de coche escoba para salvar los muebles.
El mayo error que puedes cometer es intentar que cambien su forma de jugar. Créeme, lo he intentado y el resultado es mucho peor.
Cuando empieza el partido, les decía “Vamos a jugar tranquilos, a asegurar y que fallen ellos”. Al segundo juego, después de que nos diesen bien y mi compañero no diese ni una, nueva charla, “Juega como sabes y déjate de chorradas”.
Sí, no prestan atención a la táctica. Dejan desprotegido el centro de la pista, más de una vez te dejan vendido con un remate que no tocaba… a veces los quieres matar.
Pero, ¿sabes qué? Muchas veces me alegro de jugar con ellos. ¿Por qué? Porque en ciertas situaciones, cuando el partido está muy igualado y está llegando al final, ese momento cuando te tiembla la mano a ellos no les pasa. Van a seguir haciendo su juego y terminan ganándote muchos puntos. También los pierden claro, pero ¿quién no?
Es un tipo de jugador imprevisible, tanto para el rival como para ti, y si tiene un buen día, el rival poco tiene que hacer. Evidentemente, si tiene un mal día vas a tener que hacer horas extra, pero ya sabías lo que había.
Jugando con gente así he mejorado mucho mi juego. Ahora soy mucho más completo, ya que he hecho un Master en defensa, y no veas cómo defiendo ahora.
Habrá gente que no pueda jugar con un compañero así, yo no sabría jugar con otro tipo de compañero. Eso sí, de mis broncas cuando nos hagan un punto por no tapar su lado, ¡no se van a librar!
[…] el fondo es intentar salir cuanto antes de ahí, pero no de cualquier forma. No se trata de ser un kamikaze y tirar “p’alante” y si sale bien genial y sino pues […]
[…] Que sea impredecible no quiere decir que se juegue todas las bolas, no, hay que diferenciar entre ambos conceptos. Que un jugador impredecible en su juego se juegue, […]
[…] En otras ocasiones será al revés. Nos están ganando porque están marcando un ritmo de partido lento y hemos acabado contagiándonos de ese juego. En un partido a ese ritmo, si no se te da bien, tienes que buscar “enloquecer el partido”, apretando al rival para que no tenga tiempo de pensar en su siguiente movimiento. El imponer un ritmo más alto y agresivo puede suponer un mayor número de errores por nuestra parte, pero debemos asumirlos y seguir apretando al rival. Quizás sea recomendable en partidos que se nos hayan puesto ya cuesta arriba y nos la juguemos al todo o nada pero, en ocasiones, no nos queda otra que jugar como auténticos kamikazes. […]